La experiencia del amor en la contemplación del Santo Rostro de Jesús nos hace sentir la urgencia de una reparación expiatoria que, según el ejemplo de la Madre Fundadora, nos hace solidarios con Jesús Sacerdote y Hostia de oblación en todas las expresiones de nuestra vida, uniéndonos al Misterio Pascual de Cristo el Señor.
En la perspectiva pastoral, atendemos sobre todo a los pobres probados por la indigencia, marcado por la enfermedad, ofendidos por el pecado o la injusticia.
Es la razón principal de una acción “misionera de redención en los lugares más pobres y abandonados" lo que hace actual a lo largo del tiempo las opciones apostólicas de la Madre Fundadora.